Prostatitis y uretritis

La prostata es una glándula del aparato urogenital masculino, que se asemeja a una castaña y se sitúa debajo de la vejiga urinaria y por delante del recto. La uretra por donde pasa la orina de la vejiga al exterior, pasa a través de la próstata en el hombre. La función principal es fabricar el líquido seminal que protege y nutre a los espermatozoides junto con las vesículas seminales íntimamente relacionadas, y ejerce presión para expulsar el semen al exterior y cerrar el paso de la vejiga para que ésta no vacíe su contenido durante la eyaculación.

La próstata

La próstata está formada por el estroma fibro-muscular (capsula). Zona transicional (tejido cerca de la uretra) donde se forma la hipertrofia prostática benigna (HBP). Zona periférica y marginal 75% donde se suele desarrollar el cáncer de próstata.

Los procesos patológicos más frecuentes de la próstata son: prostatitis, hipertrofia benigna, y cáncer de próstata.

Las Vesículas o Glándulas Seminales

Producen el  60% del líquido seminal, y están colocadas detrás de la vejiga y por encima de la próstata. Producen sustancias mucoides, nutrientes, prostaglandinas, fibrinógeno etc. y durante la eyaculación vacía el contenido al conducto eyaculador después de que el túbulo deferente vacíe los espermatozoides provenientes de los testículos, y de esta manera junto con la próstata aumentan el volumen del semen eyaculado. Todas las sustancias contenidas tienen efectos positivos tanto en los espermatozoides como en el aparato genital femenino orientado a la fecundación del óvulo.

Prostatitis

Aunque reconocida por más de dos siglos antes, la prostatitis fue descrita por primera vez por Legneau en 1815 y se trata de una inflamación de la glándula prostática.

Clasificación Internacional más utilizada.

  • I. Prostatitis bacteriana aguda – Síntomas urogenitales agudos con evidencia de infección bacteriana de la próstata.
  • II. Prostatitis bacteriana crónica – Síntomas urogenitales crónicos o recurrentes con evidencia de infección bacteriana de la próstata.
  • IIIA. Síndrome urogenital crónico o recurrente con evidencia de inflamación, pero no infección bacteriana de la próstata
  • IIIB. Síndrome de la prostatitis crónica / dolor pélvico crónico, no inflamatorio. Síntomas urogenitales crónicos o recurrentes sin evidencia de inflamación o infección bacteriana de la próstata (anteriormente denominada prostatodinia)
  • IV. Prostitis inflamatoria asintomática – Ausencia de síntomas urogenitales con evidencia de inflamación de la próstata encontrada incidentalmente (por ejemplo, biopsia realizada con un propósito diferente)

La prostatitis bacteriana: aguda o crónica según la duración de los síntomas, (más de 3 meses indica enfermedad crónica).

Presentación

Se presenta principalmente con un síndrome clínico, con síntomas sugestivos de inflamación o infección localizada en la próstata.

El crecimiento prostatico que aparece con los años relacionado con procesos hormonales fundamentalmente se describe como Hipertrofia Benigna de Próstata (HBP) y es un proceso diferente de la prostatitis aguda o crónica. En momentos determinados puede asociarse los dos procesos.

Una subcategoría de Síndrome del dolor pélvico no tiene evidencia definida de estar relacionada con infección continua (Tipo III).

Prostatitis inflamatoria asintomática se refiere a la presencia histológica de un cambio inflamatorio en las biopsias prostáticas (Tipo IV).

En esta sección sólo nos referiremos a la prostatitis bacteriana aguda y crónica (tipo I y II), ya que no hay evidencia de que las otras formas sean causada directamente por infección activa y son las más frecuentes.

Etiología

La prostatitis bacteriana aguda (PBA) suele consistir en una infección generalizada de la glándula prostática que está asociada con síntomas graves tanto del tracto urinario (ITU) como de infección sistémica (sepsis). En contraste, las bacterias de presencia crónicas en la prostatitis se asocian típicamente con infección del tracto urinario recurrente, y cistitis debido a la persistencia o re-infección de las bacterias uropatógenas en la glándula prostática, y generalmente se asocia con los síntomas en común con la cistitis.

Las bacterias  más frecuente de la prostatitis son de la familia de las Enterobacteriaceas, Gram-negativas. Éstos gérmenes provienen del tracto digestivo relacionado con el tipo de flora y hasta el 80% de las infecciones son causadas por cepas de E. coli, Pseudomonas aeruginosa, Serratia spp, Klebsiella spp y Enterobacter spp.

Otras bacterias Gram-negativas se han identificado en un 10-15% de los casos. En cuanto a bacterias Gram positivas se estima que los enterococos representan el 5-10% .

El papel de otros organismos, como los estafilococos coagulasa-negativos, que son organismos comensales en la uretra anterior, es controvertido. Otras bacterias que se han implicado incluyen Corynebacterium Spp. Chlamydia trachomatis y Ureaplasma urealyticum.

Como en el caso de cistitis y pielonefritis (Infección del aparato unirario alto), los factores de virulencia juegan un papel etiológico clave en la fisiopatología de la prostatitis. El mismo mecanismo bacteriano (P-fimbriae) que facilitan la unión a los receptores uroteliales y subida al tracto urinario de las bacterias, también desempeñan un papel en el establecimiento de infección de los conductos prostáticos y acinos glandulares. La presencia de E. coli con fímbrias de tipo 1 (sensibles a la manosa fímbrias), frecuentemente asociadas con cistitis, también son responsables de prostatitis. Otro mecanismo patogénico es la capacidad de formar biofilms que permite a las bacterias persistir en la glándula prostática incluso después de que la infección urinaria haya sido tratada con antibióticos. Además de la virulencia de patógenos, hay que mencionar también los factores de defensa del sujeto. Se han identificado varios factores de riesgo que facilitan la colonización bacteriana y la infección de la próstata.

Factores de riesgo

  • Reflujo ductal intraprostático
  • FimosisCoito anal con penetración sin protección
  • Catéteres uretrales permanentes, sondas urinarias y otros dispositivos externos
  • Cirugía transuretral, especialmente en hombres que no han sido tratados previamente con orina infectada.

La disfunción secretora de la próstata también se asocia con prostatitis bacteriana con alteraciones de los azúcares, sales, enzimas y pH, todos ellos identificados. Es posible que estas alteraciones en la composición de fluido pueda afectar negativamente al medio antibacteriano normal. Cambios de pH también puede obstaculizar la penetración de fármacos antimicrobianos en el tejido prostático.

Los factores de riesgo para el desarrollo de la prostatitis bacteriana crónica no han sido claramente definidos. La infección bacteriana crónica de la próstata puede desarrollarse después de un episodio de prostatitis aguda. (10 por ciento) de los que desarrollaron infección crónica tenían más probabilidades de tener antecedentes de manipulación previa del tracto urinario, síntomas de micciónales, diabetes y tabaquismo y, un promedio de volumen de la próstata aumentado. Además, los hombres que habían sido tratados por prostatitis aguda, pero no desarrollaron síntomas crónicos de la próstata, habían recibido una duración de tratamiento más larga en comparación con los hombres que desarrollaron infección prostática crónica (promedio de 36,5 frente a 27,5 días). Sin embargo, se desconoce si estos factores contribuyen de manera independiente al desarrollo de la infección crónica.

La presencia de cálculos prostáticos también puede contribuir a la persistencia de la infección. En un estudio de hombres con prostatitis bacteriana crónica, los pacientes con cálculos prostáticos tenían más probabilidades de experimentar recaída después de la terapia antimicrobiana que los pacientes sin cálculos.

Los factores de riesgo para la infección crónica parecen ser similares a los observados para la infección aguda.

Diagnóstico clínico

La prostatitis bacteriana se clasifica como aguda o crónica con un umbral arbitrario de diagnóstico clínico. La prostatitis bacteriana aguda se caracteriza:

Comienzo agudo del dolor: tipicamente severo y localizado en el perineo, recto y escroto. Puede haber dolor asociado, como malestar en el pene, en la vejiga o la espalda baja.

Síntomas del tracto urinario inferior: frecuencia urinaria, urgencia y disuria son comunes. Los síntomas de obstrucción incluyen la dificultad, flujo estrangulado, y con frecuencia la retención urinaria. Enfermedad febril sistémica: fiebre, escalofríos, malestar, náuseas y vómitos. Sepsis generalizada con hipotensión típica de la infección secundaria del torrente sanguíneo.

La combinación y severidad de los síntomas en la prostatitis bacteriana aguda dependerá de la naturaleza de la infección y del paciente. Aproximadamente el 5% de los casos progresan a prostatitis crónica. Aunque sintomáticamente similar, el sello distintivo de la, prostatitis bacteriana crónica es una historia de ITU recurrentes con cultivo positivo. Entre el 25% y el 43% de los pacientes con diagnóstico de prostatitis tiene ITU recurrente. Debido a su naturaleza recurrente, es particularmente deseable aislar los factores etiológicos. Microorganismos del líquido prostático, orina, en particular para diferenciar la condición de la prostatitis bacteriana crónica.

En el examen clínico, la próstata es con frecuencia normal a la palpación. Sin embargo, en la prostatitis bacteriana aguda, la próstata puede hincharse con la textura propia detectado en el examen rectal digital. A veces un absceso prostático puede ser palpable o visto en imágenes transrectales o por ultrasonido convencional. El objetivo principal del examen es excluir otras patologías del tracto urogenital y anorectal. Una ausencia de los hallazgos clínicos en el examen no excluye la prostatitis.

Diagnóstico de laboratorio

La principal investigación de laboratorio, es un cultivo de orina y es a menudo el único.

Masaje prostático antes del cultivo de orina es defendido por algunos y pueden mejorar la sensibilidad sin embargo, esto es probable que sea muy doloroso en la prostatitis aguda, y también puede exacerbar la situación clínica y por lo tanto no se recomienda rutinariamente. Un espécimen típicamente de masaje prostático revelará números y significativos glóbulos blancos y bacterias microscópicamente. El cultivo con frecuencia demuestra uropatógenos u ocasionalmente otro tipo de bacterias.

Maniobras realizadas por el urólogo puede ayudar a refinar la técnica y la categorización de los pacientes sobre todo en la prostatitis crónica. A modo de ejemplo, la inclusión de la orina post-masaje y el fluido seminal para la evaluación de las células inflamatorias efectivamente duplica el número de personas en el subgrupo inflamatorio (en comparación con el uso de secreciones purulentas de próstata solo).

Los hemocultivos son útiles en la prostatitis aguda si hay síntomas o signos sistémicos y cuando son positivos, pueden mostrar el mismo organismo. Para la prostatitis bacteriana crónica, el pilar del diagnóstico de laboratorio son los cultivos cuantitativos de localización bacteriológica y microscopía de orina recogida después del masaje de próstata.

El papel de la imagen y las biopsias es limitado. Biopsias prostáticas se han utilizado para ayudar en la detección de microorganismos, pero tal técnica invasiva rara vez está clínicamente justificada. La ecografía transrectal sin biopsia puede ser útil si se sospecha un absceso intraprostático y también puede revelar dilatación en las vesículas seminales o calcificación prostática, pero generalmente la técnica no tiene ningún papel de diagnóstico de rutina tanto en la prostatitis aguda como crónica.

Los niveles de antígeno prostático específico (PSA) aumentan tanto en la prostatitis bacteriana asintomática, así como durante la mayoría de las infecciones urinarias. Si un paciente tiene PSA elevado y evidencia de inflamación prostática, se espera que el PSA del suero se normalice con tratamiento antibiótico durante 4 semanas en aproximadamente en el 50% de los pacientes.

Las maniobras para obtener el líquido prostático pueden ser engorrosas y rara vez se realizan en la práctica clínica. En cambio, la prostatitis bacteriana crónica suele ser diagnosticada presuntivamente y tratada empíricamente con antimicrobianos cuando los hombres presentan síntomas urogenitales crónicos (por ejemplo, más de tres meses) o recurrentes, sobre todo si también existe bacteriuria. Debido a la insensibilidad de estos hallazgos clínicos y a la implicación terapéutica de un curso prolongado de antibióticos, favorecemos la obtención de muestras prostáticas para análisis y cultivo para confirmar la próstata como el sitio de infección en hombres con síntomas crónicos de prostatitis, bacteriuria incidental o recurrente e infecciones del tracto urinario en ausencia de otros factores de riesgo, como cateterismo vesical. En la mayoría de los casos, esto se realiza mejor en el consultorio de un urólogo, donde hay un mayor nivel de experiencia en la obtención de secreciones prostáticas y, por lo tanto, una mayor probabilidad de un diagnóstico.

Aunque la prueba de cuatro vasos se describe ampliamente en la literatura, parece que se utiliza poco en la práctica. En una encuesta de urólogos en la que el 64 por ciento respondió, 47 por ciento, dijo que nunca o rara vez realizó la prueba de cuatro vasos . Además, los resultados de la prueba aparentemente no influyeron en el uso de antibióticos, ya que los urólogos que usaron la prueba rutinariamente no difirieron en la prescripción de antibióticos de otros que la usaron menos a menudo.

Se ha sugerido como método alternativo un método más simple de “dos muestras”, en el que se comparan los cultivos de masaje con la muestra de orina de vejiga post-masaje, con un 100 por ciento y 96 por ciento de valor predictivo negativo en comparación con la prueba de cuatro vasos. Aunque esta prueba tiene una sensibilidad ligeramente inferior a la prueba de cuatro vasos, es una alternativa preferida en comparación con no realizar ningún cultivo de muestras de próstata.

Tratamiento

La prostatitis bacteriana aguda puede ser una infección grave con síntomas locales y sepsis sistémica generalizada. Mientras que en los casos leves, una fluoroquinolona administrada oralmente durante 10 días suele ser suficiente, y en los casos más graves es necesaria la administración intravenosa de antibióticos. Las opciones típicas consisten en una penicilina de amplio espectro, una cefalosporina de tercera generación o una fluoroquinolona. Donde hay una sepsis sistémica, un aminoglucósido también puede ser incluido. Una vez que hay mejoría clínica y por lo general apirexia durante 24 horas, el tratamiento puede ser administrado por vía oral. Que debe continuar durante 4 semanas.

La prostatitis bacteriana crónica puede tratarse con una serie de diferentes antibióticos; las que se proponen principalmente incluyen fluoroquinolonas, trimetoprim (o trimetoprim-sulfametoxazol), tetraciclinas y macrólidos. Las fluoroquinolonas son las más utilizadas ya que tienen buena biodisponibilidad y penetración de la próstata con buena actividad contra patógenos Gram-negativos, incluyendo Pseudomonas Aeruginosa. Algunas fluoroquinolonas también son eficaces contra los patógenos gram-positivos y atípicos, como Chlamydia trachomatis y Mycoplasma.

Trimetoprim es también un buen, fármaco eficaz y barato como alternativa con la única desventaja significativa, actividad contra Pseudomonas, algunos enterococos y algunos Enterobacteriaceae.

Las tetraciclinas son útiles contra la Clamidia y Mycoplasma pero menos efectivo contra algunos de los más comunes patógenos como E. coli, algunos Enterobacteriaceae, enterococos, Staphylococci, y Pseudomonas. En la prostatitis bacteriana crónica, los antibióticos deben ser probados a altas dosis durante 2 semanas en primera instancia. Si los cultivos son positivos o si el paciente tiene alivio sintomático entonces el tratamiento debe continuar durante 4-6 Semanas.

La fosfomicina también parece lograr concentraciones intraprostáticas razonables en la próstata no inflamada. Otros datos están justificados antes de que la fosfomicina pueda ser recomendada rutinariamente para su uso en infecciones prostáticas, ya que los niveles de tejido después de múltiples dosis y en presencia de inflamación o microabscesos aún no se han determinado.

Tratamiento antibiótico inicial – Para los hombres con un primer episodio de prostatitis bacteriana crónica causada por un organismo susceptible, se sugiere el tratamiento antibiótico con una fluoroquinolona. En casos de intolerancia del paciente o de resistencia bacteriana a los fármacos, la elección de antimicrobianos debe guiarse por pruebas de susceptibilidad. Las fluoroquinolonas se administran generalmente durante al menos seis semanas. Los pacientes deben ser asesorados y monitoreados por los posibles efectos adversos asociados con el uso prolongado de antibióticos.

La selección de agentes y la duración de la terapia para la prostatitis bacteriana crónica no se han estudiado extensamente utilizando ensayos comparativos con agentes antimicrobianos de diferentes clases. Por otra parte, los estudios sobre el tratamiento antimicrobiano de la prostatitis crónica a menudo incluyen hombres con síndrome inflamatorio de prostatitis crónica / dolor pélvico crónico, en los que una etiología infecciosa no está claramente establecida. Sin embargo, en estudios restringidos a hombres con prostatitis bacteriana crónica documentada, varios regímenes de fluoroquinolona (por ejemplo, ciprofloxacina 500 mg PO cada 12 horas o levofloxacino 500 mg PO al día) tienen tasas de curación clínica de seis meses de aproximadamente 60 a 70 por ciento cuando se administra durante cuatro semanas o más. Cursos más cortos de dosis más altas de fluoroquinolonas se han asociado con una mayor probabilidad de recaída. Un curso más largo de seis semanas o más puede ser necesario para lograr la curación clínica con otros agentes, como trimetoprim-sulfametoxazol.

Aunque la doxiciclina generalmente tiene poca actividad contra los patógenos genitourinarios que causan prostatitis, un estudio sugirió que los niveles de doxiciclina alcanzados en la próstata pueden superar la concentración inhibitoria mínima alta de los organismos presuntamente resistentes. Los cursos prolongados de cefalosporinas escogidos basados ​​en pruebas de susceptibilidad, con estrecha vigilancia de la respuesta clínica y la recaída, también es un enfoque razonable.

Es importante destacar que aunque la nitrofurantoína se usa comúnmente para las infecciones del tracto urinario inferior en las mujeres, evitamos este agente en hombres con prostatitis debido a la preocupación por la penetración pobre del tejido y la mala eficacia; Existe también un riesgo de efectos adversos pulmonares y hepáticos por el uso prolongado. Aunque se espera que los macrólidos (por ejemplo, azitromicina) tengan buena penetración en la próstata, generalmente no son activos contra los patógenos bacterianos que causan prostatitis. Sin embargo, azitromicina y doxiciclina son los agentes de elección en las infecciones prostáticas asociadas con C. trachomatis.

Manejo de las recidivas

La prostatitis bacteriana crónica a menudo se repite y generalmente se trata con un curso adicional de antibióticos. Las fluoroquinolonas generalmente siguen siendo el tratamiento de elección para la prostatitis bacteriana recurrente, incluso si se usó esta clase de fármaco para el tratamiento inicial, a menos que se sospeche o se detecte un organismo resistente. Si el primer curso fue de cuatro semanas o menos, se recomienda un segundo curso más largo de al menos seis semanas.

Sin embargo, el uso prolongado de fluoroquinolonas se ha asociado con varios efectos secundarios graves, incluyendo diarrea asociada a Clostridium difficile, toxicidad del sistema nervioso central y tendinopatía. Como ejemplos, se ha observado tendinitis y ruptura del tendón en pacientes que recibieron tratamiento prolongado con fluoroquinolona, ​​especialmente en pacientes mayores de 60 años. Entre los pacientes de este grupo de edad, los que reciben glucocorticoides están en mayor riesgo.

En los casos de resistencia bacteriana, la intolerancia del paciente o la preocupación por el uso prolongado de fluoroquinolonas, el trimetoprim-sulfametoxazol es una alternativa. Como anteriormente, puede ser necesaria una duración más prolongada de la terapia (como mínimo, seis semanas) para lograr la curación clínica.

Intervención quirúrgica

La retención urinaria aguda es común con la prostatitis aguda; temporal por lo tanto, se requiere el drenaje de la vejiga. El drenaje uretral y suprapúbico son opciones válidas, mientras que un catéter suprapúbico tiene ventajas en términos de no atravesar la próstata y es probable que sea más cómodo para paciente, esto tiene que ser pesado contra los riesgos potenciales de sepsis y lesión intestinal durante la colocación de dicho catéter. En raros casos donde hay un absceso prostático, drenaje directo del absceso tiene un papel importante. Esto puede lograrse mediante Transperineal o transrectal o por transuretral resección de la próstata.

La uretra

Es el conducto por donde pasa la orina en una fase final desde la vejiga al exterior, durante la micción teniendo una función excretora en ambos sexos, pero en el varón, también cumple una función reproductiva al permitir el paso de semen del conducto deferente que abocan junto con la próstata hasta el exterior, de forma que este conducto final es compartido por el sistema excretor y sistema reproductivo.

La uretra femenina es más corta que la del varón (4 cm.) y se abre justo por encima de la vagina y bajo el clítoris y está adherida a la pared vaginal. Y puesto que la mujer no tiene próstata la uretra va de la vejiga al exterior.

La uretra masculina de unos 20 cm, viene desde la vejiga, pasa por la próstata sigue por el pene y al exterior terminando en el meato urinario.

Este conducto en sus variantes masculino y femenino corresponde a la uretra revestida por su urotelio, y su inflamación se le conoce como uretritis.

Uretritis Bacteriana

Uretritis: Inflamación de la uretra, generalmente debida a una infección por gérmenes que se contagian por vía sexual y caracterizada por ardor o dolor al orinar y la emisión de secreciones purulentas. Figura

Etiología: aunque varios gérmenes pueden producir infección de la uretra, como el Echericha Coli etc. nos referiremos a las producidas por bacterias de trasmisión sexual.

Hay principalmente dos tipos de uretritis, específica, uretritis gonocócica causada por la Neisseria Gonorrhoeae y uretritis no específica (también conocida como no gonocócica), producida más comúnmente por Chlamydia Tracchomatis. Ambas son trasmitidas por vía sexual. Con mayor riesgo en aquellos con una historia de múltiples parejas sexuales.

Otras causas menos frecuentes de Uretritis

  • Mycoplasma genitalium
  • Ureaplasma urealyticum
  • Trichomonas spp.
  • UPEC
  • Adenovirus
  • Herpes simplex
  • Síndrome de Reiter

La frecuencia de las diferentes especies de gérmenes, varía entre las poblaciones de pacientes y evidencia clínica de infección por Mycoplasma o Ureaplasma puede ser confundida por colonización asintomática del tracto urogenital.

Los principales agentes causales son, N. gonorrhoeae y C. Trachomatis, que normalmente penetran en el epitelio y causan infección piógena. Tanto las clamidias como los gonococos pueden propagarse en el tracto urogenital para causar epididimitis en hombres o cervicitis, endometritis y salpingitis en la mujer. Mycoplasma genitalium también puede causar cervicitis y enfermedad inflamatoria pélvica en mujeres.

Diagnóstico clínico

Un diagnóstico de uretritis es difícil de hacer en términos clínicos solo. Los síntomas incluyen secreción mucopurulenta o purulenta por la uretra, disuria, orquialgia, prurito en glande.

Las infecciones de la uretra a veces son asintomáticas y en las mujeres a menudo se presentan sin secreciones.

Uretra debe ser inspeccionada para detectar enrojecimiento y descarga de secreciones, y meato abierto. El examen del pene y de los testículos, busca hinchazón y sensibilidad. Un examen rectal digital puede también revelar evidencia de sensibilidad prostática. En las mujeres, debe realizarse la exploración en busca de una secreción y comprobando el dolor de la estimulación cervical.

Tanto en hombres como en mujeres, un conjunto estándar de hisopos microbiológicos debe tomarse al principio del examen. Las pruebas rectales y o orofaríngeas también deben realizarse. Los pacientes son sintomáticos en estas partes anatómicas dependiendo del tipo de actividad sexual.

Diagnóstico de laboratorio

El método tradicional de diagnóstico de laboratorio es una tinción de Gram de una secreción uretral o un frotis uretral. Este es el método preferido diagnóstico para evaluar la uretritis, ya que es sensible y específica tanto para identificar uretritis como para la presencia o ausencia de infección gonocócica. La uretritis piógena se puede diagnosticar si la imagen muestra más de cinco WBC por campo de alta potencia (× 1000) y luego posteriormente los gonococos situados intracelularmente como Gram-negativos,Diplococci

El análisis de orina convencional es una prueba menos útil en pacientes con uretritis, sin embargo, en pacientes con uretritis gonocócica,> 10 WBCs por campo de alta potencia (× 400) en el primer espécimen de orina de micción sugiere infección; pero> 30% de los pacientes con uretritis no específica no tienen glóbulos blancos en su orina.

Las Trichomonas spp. generalmente puede ser Identificadas microscópicamente. Otras técnicas modernas de detección de patógenos pueden ser utilizadas como sistemas de amplificación por PCR para aumentar la sensibilidad del diagnóstico.

Tratamiento

Como los patrones de sensibilidad están cambiando y en particular, N. gonorrhoeae resistente a la fluoroquinolona se ha vuelto más prevalente, es esencial que la elección de la terapia con antibióticos debe guiarse siempre por asesoramiento microbiológico nacional que suele estar disponible.

La Asociación Británica para la Salud Sexual y el VIH (BASHH,) recomienda ceftriaxona 500 mg intramuscularmente como una dosis única. Azitromicina 1 g oral como dosis única para el tratamiento de primera línea de la infección anogenital no complicada en adultos. Otras opciones para el tratamiento de primera línea incluye una dosis única de cefixima 400 mg por vía oral o ceftriaxona 1 g por vía intramuscular. Las quinolonas tomadas como dosis única son una alternativa. Su uso está contraindicado en adolescentes (<18 años) y mujeres embarazadas.

Para la uretritis no específica (no gonocócica), la azitromicina 1 g oralmente o doxiciclina 100 mg dos veces al día durante 7 días son buenos para primera línea. Las alternativas de segunda línea incluyen 7 días oral cursos de eritromicina o quinolonas como ofloxacina y levofloxacina.

Por lo general, se recomienda que incluso en los casos de uretritis por gonococo, el tratamiento contra la clamidia también deba iniciarse. Pues son dos enfermedades de transmisión sexual (ETS) que comúnmente coexisten. En cuanto a todas las ETS, el rastreo de contactos y el tratamiento de parejas sexuales son muy importantes. También se debe aconsejar a los pacientes que acepten pruebas para otras ETS, incluyendo la sífilis y el VIH. Generalmente es recomendable que los pacientes se abstengan de la actividad sexual durante al menos una semana después del inicio del tratamiento y reanudarse sólo si los síntomas y las parejas han sido tratados.

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